Hola, soy la parte que hay en ti que está esperando un empujón para luchar por lo que todos deberíamos luchar. Soy esa parte de ti que aparece cuando ves las injusticias que hay a tu alrededor, cuando ves la miseria humana en todas sus facetas; esa parte de ti que se cabrea, que se entristece, que se resigna, que sueña con que las cosas cambien, que disfruta viendo y fantaseando con utopías. Soy esa parte de ti que todos tenemos pero que tememos arriesgarnos a ponerla en práctica, que olvidamos con el transcurso de nuestras vidas, o ante la que pasamos de largo cuando se dan las oportunidades de manifestarla porque vivimos medianamente cómodos en nuestro mundo y nos conformamos con lo que hay y no aspiramos a lo que podría haber.

Todos queremos tener un empleo digno, una buena familia, una vida acomodada. Nuestro fin vital es conseguir lo que anhelamos, a nivel de empleo, poderío económico, posición social, posibilidades de ocio… Aspiramos a eso porque eso es lo que nos ofrece a priori la sociedad en la que vivimos; ésta nos da las herramientas para que podamos conseguir todo eso y creemos algunos y otros no, que la consecución de estos fines unido a la rectitud como personas nos dignifica cuerpo y alma y hemos de sentirnos complacidos y orgullosos de ello.

No somos ambiciosos, no luchamos por lo que sentimos, luchamos por lo que hemos aprendido que hay que luchar, por lo que nos dicen que debemos buscar en nuestra vida. Nadie nos ha enseñado a mirar más allá, nadie nos ha enseñado a ver faltas en el sistema donde vivimos, a esperar más de la sociedad y más de nosotros mismos. Vivimos auto complacidos, pensando que las cosas no podemos cambiarlas por nosotros mismos.

Así es, una persona sola no puede cambiar el mundo. Pero es que olvidamos constantemente que somos más de 7 mil millones de personas en este planeta. 7 mil millones de personas a las que si nos pinchan, nos duele; que si queremos a alguien, deseamos lo mejor para ese alguien; las 7 mil millones de personas compartimos el hecho de ser humanos, todos tenemos en mayor o menor medida la facultad de sentir, de empatizar, de mostrar un corazón. Vivimos tan intercomunicados y tan aislados al mismo tiempo…

Si piensas que algo es imposible ya estás poniendo límites a la imaginación, ya estás cerrando puertas sin tan siquiera haberlas abierto.

No luches sólo por tu destino, lucha por el destino de tu familia de 7 mil millones de personas. Tú no querrías que tu hijo fuera sustraído de tu familia y llevado a la guerra a matar, a ser metido en el mundo de las drogas, a ser pasto de un lavado de cerebro, tampoco lo querría el que está a 10.000 kilómetros de ti; tú no querrías que a tu hija la captaran para que se prostituyese, y tampoco lo querría el que está a 10.000 kilómetros de ti; tú no querrías que tu hermano muriese de hambre, de hipotermia, enfermo en la calle, y tampoco lo querría el que está a 10.000 kilómetros de ti... Podrás mirar a otro lado, sentir lástima e incluso donar dinero de cuando en cuando; sin embargo eres tú el que piensa que eso es suficiente y que no puedes hacer nada más, tú eres el que se crea esa sensación de que ya has cumplido, pero hay esa parte en ti que sigue sintiendo que eso no es suficiente, y nos empeñamos en bloquearla.

¿Cómo podemos cambiar esto? Desde dentro por supuesto. Primero desde dentro de nosotros y después desde dentro de nuestra sociedad.
¿Eres publicista?, utiliza tus dotes para conseguir sembrar esta semilla en las mentes y en los corazones de las personas.
¿Eres profesor?, se más que eso y enseña a tus alumnos a pensar y sobretodo a sentir.
¿Eres abogado?, consigue la manera de poner a este sistema patas arriba haciéndole cambiar con sus propias normas.
¿Eres politólogo?, lucha por la transparencia política, por la integridad, por la Justicia con mayúsculas por encima de la ley.
¿Eres ingeniero?, piensa no sólo en el avance por el avance, sino en como avanzar para que todos estemos a la misma altura.
¿Eres pescadero?, demuestra al mundo con tus actos que éste se puede mejorar con una sonrisa, un buen obrar y que no sólo somos un oficio sino que somos algo más que eso, que tenemos cabida todos en la tarea de cambiar las cosas.
¿Quién eres tú?, eres el inicio, eres la posibilidad de sembrar este mismo sentimiento en otras personas.

No sólo escribo esto para mostraros esta visión, sino también para que me recordéis a mí que esto es lo que hay que hacer cuando veáis que no lo cumpla.

Porque no somos perfectos y podemos caer en un momento u otro nos necesitamos mutuamente. Nos necesitamos para mantener siempre encendida la llama del cambio, el pensamiento de que el mundo ha de ser como tiene que ser.


El valor de tener valores

El mundo que nos ha tocado vivir gusta a unos y defrauda a otros muchos. No es igual ponerse desde la barrera de un pensador que desde aquel que respira, mastica y digiere lo que se encuentra al salir a la calle; aunque habría que estar dispuesto a ponerse en ambas situaciones a fin de clarificar muchas cosas que nos rodean. No obstante el tema es el siguiente: ¿qué le pasa al mundo que parece estar tan revolucionado?

Ante una guerra el sentimiento más fuerte de adhesión a la causa es la defensa de lo que verdaderamente te importa y la comunión con unos valores que a juicio personal se contraponen muy radicalmente con los del bando enemigo. A día de hoy, en contra de lo que algunos piensan, no escucho tambores de una guerra como las de antes, escucho gritos al cielo de miles, millones de personas, que aprenden a ser críticas con la sociedad en la que les ha tocado vivir, que no quieren ser espectadores de su vida sino llevar las riendas sin que les engañen, tomen por tontos o decidan por él sin tan siquiera ser preguntado. Este ciudadano que empieza a ser crítico tiene el coraje de plantarse delante de lo que no funciona y quejarse. Lo tildarán unos de antidemocrático (siendo todo lo contrario), otros de extremista de izquierdas, otros de peón al servicio de poderes anti-sistema, anti-estado o anti-todo, y otros lo llamaremos ciudadano.

No hace falta que miremos fuera de nuestro país para ver a estas personas, basta con pararse a observar lo que tenemos alrededor: el movimiento 15M que clama por una política transparente y justa, las movilizaciones en defensa de un juez que ha ayudado a hacer de este mundo un sitio mejor para vivir, la indignación general ante las injusticias como en el caso de Marta, o más recientemente el clamor de los estudiantes valencianos que ven como su derecho a una educación digna se va destruyendo mientras se construyen aeropuertos inútiles, circuitos de formula 1 o redes mafiosas que llegan hasta unos políticos intocables... Estas personas que no se callan, que luchan por lo que creen que es justo y son muchas veces alter egos de gente con el mismo sentir pero no misma determinación, son los soldados que van a la guerra, nuestra guerra por hacer de este mundo un lugar mejor para vivir.

Existen aquellos a los que no se les ha tocado aún su bolsillo, status, o situación de confort y no quieren verlo, no quieren posicionarse o incluso, con todo el derecho de expresión del mundo, se pronuncian en contra de estos ciudadanos, anclados en sus ideales, que muchas veces tienen miras que no sobrepasan el umbral de su situación, clase o círculo. No obstante, aun teniendo trabajo, como es mi caso; aun teniendo buenos estudios, como es mi caso; aun sin faltarme absolutamente de nada, como es mi caso; puedo decir que las cosas no están funcionando bien y por lo tanto hemos de tener claro todos cual es nuestro deber como ciudadanos y no mirarnos constantemente el ombligo.

Esta sociedad es la que nos ha tocado vivir, no vale el ideal del romanticismo donde lo mejor era pensar en otros tiempos y ampararse en el poco valor del presente para huir de él. Basta ya de quedarnos quietos mientras poco a poco pisotean nuestra integridad, derechos y valores. Uno puede ser de una ideología y otro de otra, pero el factor común ha de ser que todos queramos ser ciudadanos, y por ende tener valor para tener valores.

Temperatura de ascensor

Como un día cualquiera me levanto de la cama, doy a luz a una hermosa criatura de ojos marrones, me ducho y me visto lo mejor que puedo. ¿Desayunar? ¿Para qué? En la cafetería me aguardaba una flamante palmera de chocolate de esas tan grandes que no le cabe en la boca ni a Julia Roberts.
Cojo mis abalorios (palabra que se dejó de utilizar el siglo pasado) y cierro la puerta por fuera. Doy al botón del ascensor, compruebo en mi reloj que son las 8 en punto de la mañana y entro en él con ganas de comerme el mundo y la palmera de la cafetería.
En el piso número 9 se para y entra un vecino. Ese típico vecino de edad comprendida entre los 65 y 80 años, canoso, con los pantalones por los sobacos, camisa a rayas y si eso una chaqueta de punto. Con la energía suficiente como para cruzar palabra pero sin ganas de hablar demasiado ni profundizar en nada.
_Buenos días
_Buenos días
El (a partir de ahora) viejo me mira y yo le miró. Compruebo que lleva en la mano una bolsa de basura a rebosar, apestosa por cierto. “Menos mal que en nada llegamos”, pienso.
_Pues parece que hace frío…
_Eso parece. Al menos eso dice el del tiempo.
Estos son los típicos momentos donde me hago el entendido aunque no tenga ni puñetera idea de lo que se haya pronosticado. ¿Mi motivación? Reafirmar las palabras del viejo, que se sienta feliz y que pase el tiempo hasta que llegue el ascensor a buen puerto.

PISO 8…

_Pues no parece que vayas muy abrigado, ¿eh? – suelta el hombre
“Me lo dice el que lleva una jodida chaqueta de punto con -3 grados en la calle”, pienso y callo.
_Nunca es suficiente, ¿no cree? “¿En serio he dicho yo eso?”

PISO 7…

_Eso parece, y encima van a bajar las temperaturas esta semana.
_Entonces habrá que abrigarse más…

PISO 6…

_Pues sí, que luego vienen los catarros y las gripes.
_Yo sin ir más lejos estuve malo hace dos semanas, digo en un intento infructuoso de romper el ciclo y hablar de algo más, profundizar en la esencia del ser humano, crear una empatía, un vínculo…
_Si es que hay que ir abrigado en estas fechas…
“¿En serio esa es tu respuesta? Joder colega, háblame de tu nieto que se puso malo, de lo bueno que está el jarabe de fresa, de lo que te salga de los cojones pero inténtalo por Dios!!!”

PISO 5…

--Silencio--
Mirada esperanzadora al LED del ascensor. Mirando muy fijamente, como si la vida te fuera en ello. Como si de repente fueran a poner ahí una película que te encanta, o una tía en bolas, da igual, tú miras mucho.
--Silencio--

PISO 4…

--Silencio--
Miras el móvil. Nadie te quiere y encima no tienes cobertura ni 3G en el ascensor. El viejo mira como miras al móvil, después desvía la mirada al LED y luego despega tímidamente los labios. Era un reflujo, falsa alarma.

PISO 3…

_Bueno… ¿y ahora a dar un paseíto?, rompo el silencio.
_ ¿Con el frío que hace? sólo voy a comprar el pan. A ver si mejoran las temperaturas...
“¿Quieres hablar de temperatura? ¿Quieres hablar de temperatura?”
_¡¡Bueno ya!! ¿¡No!? ¿Usted folla? Vamos a hablar de tetas, coños y demás. ¿Sabe usted que existen mujeres multi-orgásmicas que pueden correrse no sé cuantas veces seguidas?

PISO 2…

_ ¿Y que existen tres tamaños de vagina: mini, medio y maxi?
El viejo permanecía callado mirándome fijamente, entre asustado y en shock. Una gota de sudor frío le bajaba por la frente y apretaba con fuerza la bolsa de basura, como dispuesto a utilizarla como arma si fuese necesario.
_Es como cuando va a comprar el pan, como va a hacer usted ahora. Dígale al panadero que le enumere los tamaños de pan de molde que hay. Le dirá que tres, como las vaginas, mini, medio y maxi. Dígaselo, dígaselo.
Presa del pánico el viejo observaba ahora fijamente al LED, evitando cruzar la mirada con la bestia.

PISO 1…

_ ¿Y vas ahora a clase?, dijo el viejo con voz temblorosa sin dejar de mirar al LED
_Sí, que tengo un examen.
_Pues suerte entonces majo…
_ ¡Gracias hombre!

PLANTA BAJA

Un viejo corriendo sin mirar atrás, rebosante de vitalidad y energía incluso siendo las 8 de la mañana.

Y así fue como rompí el hielo con el vecino del Noveno.

Bancawen to

¿Cuál es el colmo de los colmos en una crisis mundial causada por los bancos? Que un banco te dé lecciones morales como Sabadell, haga las veces de maestro que te va a enseñar algo (como el desaprender de ING Direct), te diga que despiertes como Verti o te proponga que te hagas bankero (como Bankia) para que tú también puedas dar por el culo mientras te la siguen metiendo y aún sientes la de la anterior vez; todo ello dicho con poesía, amor y promesas de autorrealización y sentimiento de pertenencia.

Es como si pillas a tu mujer en pleno acto con un desgraciado y el susodicho espere hasta que se la folle del todo y luego te proponga que te unas a su empresa porque según dice tienes cara de encajar perfectamente en el gremio. Él lo que quiere es seguir follándose a tu mujer pero además que a ti te mole el rollo, le aplaudas y le des dinero para que siga invitando a cenar a otras mujeres casadas, se las folle y hago lo mismo que te ha hecho a ti pero esta vez con tu respaldo y el de otros ilusos como tú.

¿En qué mundo vivimos en el que los que mandan se ríen en tu puta cara y encima buscan que vivas contento, conformista y comprometido con una realidad mierdalizada por ellos? Hay un calificativo que describe esto: CRUELDAD

Muchos creen que existen realidades paralelas o se plantean la posibilidad de que tan sólo seamos juguetes de un gigante que cuando quiera nos puede destruir si se aburre. Es como lo que sentiría una hormiga a manos de un humano en un universo gigantesco para ella donde su realidad es configurada por el poco mundo que ha podido ver dado su ínfimo tamaño. No nos engañemos, eso no son teorías, ya son prácticas habituales. Los que llevan el cotarro de todo son, o al menos se creen, esos gigantes humanos que pretenden que tú, la hormiguita que no se pone a calentarse la cabeza con teorías conspiratorias, vivas en una realidad que ellos han configurado para ti. No vas a ser el Neo que destruya Matrix, ellos no lo permitirían. Quieren que te creas Neo pero que lo único que destruyas sea la casita de cartón que ellos te han hecho para que juegues, como quien da a un niño un plato de plástico para que pueda hacer el capullo con él (romperlo, quemarlo, agujerearlo, llenarlo de mierda…) mientras la vajilla de porcelana descansa apacible y segura en las manos de los papás o en un armario lejos de tu alcance.

¿Que los bancos están a día de hoy demonizados? Sí. ¿Que no todos se merecen ese desprecio? Sssbueno. Pero lo que es innegable es que dado el clima actual lo que no se puede hacer es pretender que te hagas amigo de un banco de buenas a primeras; como tampoco sería lógico pensar en un primer momento que la mejor amiga de tu exnovia (una hija de puta a la que dejaste) se convierta en íntima tuya obviando el hecho de cuál es su círculo de amistades y las leyes de analogía y semejanza. Hasta que no se demuestre lo contrario y las buenas intenciones caigan por su propio peso: K les jodan