Disculpa, con tu cabeza no meo


A mí siempre me ha gustado España. He visitado siempre que he podido sus costas, sus pueblos de interior e incluso sus islas, tanto Baleares como Canarias. Qué decir de ese país sino que es uno de aquellos que aglutina una serie de características que hacen la vida ahí apetecible, cálida, divertida y entrañable incluso. No se parece en nada al país dónde vivo, Reino Unido, que si bien tiene muchísimas cosas que aún no conozco y muchísimos encantos por disfrutar y descubrir no pinta de igual modo que España.
Pues bien, mañana me voy a Madrid, 6 días. Estuve hace 3 meses y me encantaba la vida ahí: buena gente, buena comida barata, fiesta toda la del mundo y aunque no con tantas posibilidades lúdicas y culturales como Londres sí tenía muchas y variadas. Guardo un gran recuerdo de esa ciudad, la verdad sea dicha. Y precisamente, por ese gran recuerdo, tengo miedo a no encontrarme de nuevo con ese Madrid que tanto me ha gustado durante tanto tiempo.
Me iré a comer por ahí, con tantos y tantos amigos que me guarda la ciudad. No sé si comeré calamares, patatas bravas (de las que pican de verdad), tortilla de patata, paella, un cocidito madrileño o todas ellas, pero la factura nos saldrá algo más cara, pues según parece ha subido el IVA. También me gustaría ir al cine a ver una película en español (¡¡por fin!!), posiblemente la de James Bond, Skyfall, que tanto Daniel Craig como Bardem son muy de mi gusto; aunque creo que no me pediré palomitas, pues con lo que parece haber subido las entradas tendrá suficiente mi bolsillo y el de mis acompañantes.
Me alegro de que muchos de mis amigos tengan coche y de que gran cantidad de los sitios de interés pillen cerca de donde me hospedaré, pues también parece ser que ha subido el transporte de metro y creo que también el del bus desde la última vez que vine. No sé, tendré que preguntar en el metro nada más llegar al aeropuerto, que espero no esté en huelga, porque si no apaga y vámonos…
Ahora bien, de lo que tengo muchas ganas es de salir de fiesta, como lo hace un español, en condiciones, hasta las tantas de la mañana. Primero, como las veces que he estado ahí, iremos a algún parque a beber. He de reconoceros que después de que han endurecido las penas del botellón, que la policía está como está según he visto en las noticias internacionales y de que vete tú a reclamar luego al juzgado que ahora te cobran más tasas, ya como que te da un poco más de canguelo beber en la calle… Pero una tradición es una tradición y en algún lugar tendremos que beber si ninguno de mis amigos se ha logrado independizar (que si no tienen trabajo, que si una nueva reforma laboral, que si plin, que si plan…). Y luego… luego fiesta, desparrame, bailoteo, arriquitaun taun taun y olé. Que ríete tú de la resaca que voy a tener al día siguiente que me tendré que ir a la farmacia a por unas aspirinas o lo que sea (no sé de que va eso del euro por receta pero espero que no me resulte aún más cara mi fiesta, ¡que cada euro cuenta!
Estaré poco tiempo, aunque seguro que me pilla una manifestación, que está visto que son día sí y día también; será que las cosas no andan como deberían andar…

Ojalá me de tiempo a hacer todo lo que tengo que hacer, ver a quién tengo que ver, que aún quede algo del Madrid que dejé hace tres meses, en el que he vivido 23 de mis 23 años… Ojalá que estos 3 meses que llevo en Londres no me la hayan cambiado mucho todos aquellos que se empecinan en cambiarla, en desnudarla y humillarla; todos aquellos que miran sus propios intereses y les da igual el alma de un pueblo y de su gente, la cual no hace más que enviar mensajes de socorro y disconformidad y como quien envía un mensaje en una Botella, la Esperanza de ser socorrido es escasísima. Está visto que ni un año mariano consigue obrar ese milagro…

Para quien no conozca el refrán: “la pereza engendra pereza”
Un comportamiento muy común y extendido entre los mortales es no tener ganas de hacer nada, querer  vaguear, no pegar palo al agua, estar mirando las musarañas, estar a verlas venir, no mover un dedo por nada y podría seguir con más expresiones pero creo que se ha captado el mensaje.
La mejor manera de hablar del tema  es contando con el primer supuesto: todos en algún momento hemos sido perezosos. Quien lo niegue que revise las veces que se ha quedado en casa, prefiriendo estar frente al  televisor o el ordenador o durmiendo o la videoconsola, en vez de salir de fiesta, dar un paseo, moverse en resumidas cuentas; o las veces que hemos dicho que íbamos a hacer algo y pasados los días, incluso semanas, puede que meses, más te vale que no años, todavía ni lo habíamos empezado…
La pereza está escondida en cualquiera de nosotros, esperando a salir en cualquier momento. Ahora bien, aun ocupando su plaza de pecado capital (God is watching you!), pasando un poco de su demonización y tal, a mi juicio la pereza está muy infravalorada, es un calificativo bastante negativo de cara a una presentación en sociedad, eso sí, así que nadie es perezoso, y si lo es, esa persona tendrá asociadas otras características que el imaginario colectivo juntará y conformará una imagen que lo convertirán no menos que en un patán, inútil o non-grato.
Por lo pronto convendría puntualizar y distinguir al perezoso ocasional del perezoso por naturaleza, pues no es justo meter en el mismo saco a los dos. Mientras que el primero desarrolla su labor perezosa estacionalmente o en momentos puntuales el perezoso por naturaleza lleva inherente ese ritmo pachorro que marca su vida a fuego, lento, muy lento. Estoy de acuerdo con que se tenga una consideración negativa del perezoso natural, pues su forma de ser repercutirá de una forma u otra sus relaciones laborales (no trabajar, escaquearse, hacer lo mínimo para salir del paso…) o incluso relaciones con familia y amigos pueden verse afectadas por su falta de pro&actividad. Sin embargo, reivindico la figura del perezoso ocasional y la libero de todos sus estigmas posibles; y lo digo alto y claro.
Ayy el perezoso ocasional… que buenos momentos haciendo… nada… ¿De verdad que después de estar trabajando (quien puede), o estudiando, o ambas a la vez durante un tiempo no te pide el cuerpo un break, un descanso? Cada cual desarrolla su descanso como quiere o le dejan sus circunstancias: uno prefiere dedicarlo a sus hobbies, otros a hacer deporte, otros a viajar, otros a estar con la familia haciendo cosas, y otros incluyen el espíritu del perezoso ocasional en ese descanso. Seguro que hay gente que se echa las manos a la cabeza y es de la opinión de qué la vida es para vivirla y que cada minuto que no haces algo lo estás perdiendo, y todas esas argumentaciones en contra de la pereza, pero yo les digo una cosa, ¿no estáis cansados de hacer cosas todo el tiempo, a todas horas, por todo? ¿acaso no cabría la posibilidad de que hacer nada fuese bueno porque estás descansando de hacer todo? Es como si eres carpintero y en tus vacaciones te pones a construir un arca de Noé cuando posiblemente estás ya hasta la huevada de tanto serrín, astillas y herramientas.
Venid que os estoy esperando: ¿Entonces estás defendiendo que está bien la posibilidad de que en tu tiempo de descanso no hagas nada? Pues me parece perfecto y es que ahí quería llegar yo… La ventaja del perezoso ocasional es que tiene conciencia y no está imbuido del nirvana perezoso; eso quiere decir que dentro de su cabeza lucharán siempre dos fuerzas, la que le dice que se merece descansar y no hacer absolutamente nada y la que le anima a desarrollar actividades que le gusten o le sean útil, a hacer todo aquello que no ha podido hacer el resto del tiempo porque tenía unas obligaciones que cumplir. En el momento en el que existan estas dos fuerzas y unas veces gane una y otras otra sabrás que eres un perezoso ocasional, si solo manda, y fuera de tu descanso, la que dice que no hagas nada quizá debieras plantearte tus posibilidades. Por eso mismo, el listón lo marcamos nosotros. Poniéndome yo como ejemplo: llevo dos semanas sin hacer absolutamente nada, tan sólo permanecer en un mismo sitio viendo series, películas y redes sociales; esta tercera semana el perezoso ocasional que hay en mí aún sigue picándome para que siga sin hacer nada (al fin y al cabo me lo merezco); sin embargo, como el límite lo ponemos nosotros mismos les estoy diciendo a esa vocecita que no, que también quiero escribir, hacer fotos, planear mi futuro viaje con mi novia, y creedme que no es una lucha fácil, por que tal y como rezaba al principio “la pereza engendra pereza”, pero aun así lucho con esa fuerza porque tengo claro a lo que quiero dedicar mi tiempo y hemos de ser consecuentes. Por eso mismo pienso férreamente que me quiten lo bailao por el tiempo que he pasado y que aún pasaré de perezoso ocasional, estoy más descansado, he roto con la rutina anterior de trabajo y hasta me siento un poco de vacaciones, pero sé que el tiempo lo marco yo, no mi pereza. Y en mi modesta opinión esa es la clave para poder disfrutar de ella y no sentir pudor al manifestarlo.

Telephon, illo


Un gran poder conlleva una gran responsabilidad…
La mañana se despertó con la cara de un fresco día de verano; y hasta aquí lo único reseñable a priori de una jornada de trabajo que se antojaba igual de monótona que las anteriores.
El portero limpió el portal, como siempre; barrió la calle, como siempre; y fregó las escaleras, como nunca: vaya brillo, vaya olor perfumado a pino, vaya toalla.
Su trabajo no duró mucho y en breve se acomodó en su asiento acolchado, a verlas venir, a pasar las horas muertas, a mirar a las musarañas y meditar acerca de lo que iba a comer ese día…
Algo tenía que pasar porque si no no se estaría contando esta historia así que… De repente, algo sonó dentro de la caja de madera que presidía su mesa. Nunca la había abierto pero según le confesó el anterior en su cargo él tampoco lo había hecho en sus más de 5 años al frente del edificio. ¿Qué hacer? ¿Abrirla? ¿Dejarla sonar hasta que parase? ¿Salir corriendo del portal y dirigirse sin mirar atrás al gurú de las porterías, Emilio?
No estaba preparado para este tipo de cosas, en la Highschool Academy of Municipal Assistance in Chalets and Apartments (HAMACA) nunca le habían dicho cómo proceder en estos casos, por lo que decidió en un principio dejarlo sonar, a ver si se callaba.
Media hora después y tras dos vecinos escandalizados por el incesante ruido, se vio en la obligación de proceder a abrir la caja…
Lo hizo muy lentamente, alerta ante cualquier amenaza posible. Las gotitas de sudor se arremolinaban en su frente y un escalofrío recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies cuando levantó la tapa a medio palmo de la superficie.
Eso no paraba de sonar, e incluso se podría decir que conforme iba levantando la tapa se intensificaba aún más y más. Miedoso pero decidido se dejó de tonterías y la levantó de una vez, así a la torera, con sus dos huevos de gallina ponedora.
_ Pero qué cojones… - soltó nada más ver el contenido de la caja – Si es sólo un telefonillo…
Lo cogió ya sin miramiento alguno y se puso el auricular en la oreja…

Segundos después no hubo rastro del portero, su lugar lo ocupó un hombre trajeado vestido de oscuro y con gafas de sol… su nombre… agente Smith.

Bajan los tipos de interés, Italia y España consiguen flexibilizar sus condiciones de rescate y no cargar la deuda bancaria a la soberana, España gana la Eurocopa, Dívar es forzado a la dimisión (aunque aún no castigado), baja el paro en este mes, Alonso consiguió una remontada espectacular en F1… ¡Parece que España se está recuperando! ¡Estamos viendo “brotes verdes”! ¡No habrá más recortes y todo irá cheeeeeee, paaara el carro! ¡Seguimos estando jodidos! ¡Y lo que nos queda!

Nunca he sido pesimista y espero nunca serlo, soy de la opinión que el pensamiento positivo engendra acontecimientos positivos, no en plan rollo libro “El secreto”, pero sí de automotivación. No obstante tampoco me gusta que los acontecimientos recientemente quasipositivos lleven a engaños, a falsos estados de euforia o a inyecciones sedantes con las que te enteras poco y nada porque en teoría te sientes bien y ya nada puede afectarte. España, que es la que conozco en mayor o menos medida y en la que, por lo menos hasta el mes que viene, estoy viviendo, atraviesa un momento donde absolutamente todo se está poniendo patas arribas, y cuando digo todo tristemente digo todo.

Cuando no hay pela la cosa se pone jodida, pero no solamente porque no haya dinero, malo es esto cómo malo es lo que trae consigo. Si en el imaginario colectivo en España no hay dinero y todas las empresas están jodidas (algo que es rotundamente incierto) esta imagen que interesados y no interesados se encargan de engordar crea un pretexto para taaantas situaciones. Que “están las cosas muy mal” no sólo es aplicable en los casos en los que efectivamente están las cosas muy mal, también vale para crear la excusa perfecta para generar un terreno de juego propicio a cambios especulativos, intereses ideológicos y más concretamente a contrataciones con sueldos más reducidos o condiciones laborales más abusivas. Para muestra 2 botones vividos en primera o tercera persona:

Situación Nº 1: Sujeto X va a una entrevista de trabajo de una compañía Y, sobre la que previamente se ha informado y sabe a todas luces que va muy bien aun en los tiempos que corren, todo esto antes de la reforma laboral. En la reunión de reclutamiento, donde se junta X con unos 8 candidatos más, la responsable de contratación sin reparo ni conciencia alguna ofrece unas condiciones de mierda esgrimiéndose en lo mal que están las cosas e, inquirida por el sujeto X, refuerza su discurso esgrimiendo que sus jefes ganan en torno a 500 euros mensuales (si ¿no?)

Situación Nº 2: Sujeto Z lleva trabajando en el mismo puesto cerca de 2 años. Es cajera de supermercado o al menos eso pone en su contrato, el cual delimita sus funciones y crea un acuerdo concreto entre trabajador y empresa. Sujeto Z quiere su trabajo pero empresa Q quiere menos trabajadores. Por suerte, para ella, prescinden de las chicas de la limpieza, sin embargo, saltándose a la torera el contrato firmado, a partir de ahora Sujeto Z adquiere las funciones de limpieza, sin recibir extra alguno, revisión de contrato o consideración por ello. Ha de conformarse interiormente con que aún tiene su trabajo.

Como estos hay cientos, miles de casos. A lo que voy es que estamos rodeados de depredadores insaciables, personas sin principios ni valores que sólo bailan al son del billete. No estoy descubriendo nada nuevo sólo recordando el mundo en el que vivimos, con o sin crisis, en un peor o mejor momento. De nada sirve tantos cambios “necesarios”, tantos recortes “imprescindibles”, tantos “ajustes” si no existe detrás una verdadera conciencia global y reflexiva de los mismos. ¿Por qué se cambian unas cosas y otras no? Porque el que ostenta el poder toma las decisiones y es el que elige; el pueblo le ha dado carta blanca y su propia subjetividad va a ser la que decida que da unas subvenciones a los toros y a la iglesia y al cine no, por poner un ejemplo concreto; o que ciertas leyes pueden ser cambiadas porque viene un mecenas con muchísima pasta y como puede dar empleo y dinero nos comemos con patatas lo que supuestamente son normas intocables; o directamente como queremos sacar dinero de donde sea ¡adelante amnistía fiscal! ¡Vayamos todos al río a lavar el dinero!

Aquí no hay principios ni valores ni carácter, ¿hacia dónde vamos como sociedad entonces? ÉSTE ES EL TEMA AL QUE QUERÍA LLEGAR. Admitamos cambios, admitamos ajustes, admitamos reformas, admitamos recortes pero siempre y sólo siempre estén orientadas a algo que no sea sólo pasar el escollo, improvisar y hacer lo que parezca bien en cada momento, llegándose muchas veces a propias contradicciones. Si no tenemos como misión conseguir una sociedad más justa y confortable para todos, con un carácter y unos principios sólidos y asentados, ¿qué se puede esperar de nosotros? A día de hoy somos como perros que persiguen la pelota que más le gusta en cada momento, yendo y viniendo, a la deriva de un mar que ni nosotros mismos controlamos. Y es que cuando es el dinero lo que orienta las acciones y decisiones estamos condenados a este estado perpetuo, pues por la propia naturaleza del mismo nos convertimos en mercenarios que se arriman al fuego que más calienta. Y éste, perdonadme que os diga, no es el camino para evolucionar. Dejaos de mierdas de que queréis dejar a vuestros hijos un mundo mejor cuando la verdad es que ni hacéis ni sentís absolutamente nada de eso, no basta trabajar en lo que sea que te de dinero y así poder alimentar a tu familia; “dejar un mundo mejor a tus hijos” significa trabajar por y para mejorar la sociedad, adquirir una responsabilidad social estés en el puesto que estés y en la situación en la que te encuentres.

Por eso, en resumen, no condicionemos nuestro estado anímico y nuestro afán colaborativo y ciudadano al momento en el que vivimos, necesitamos de compromisos sociales, de gente honesta que construye y no destruye. Podemos dedicarnos a una cosa u otra pero por encima de todo somos personas en sociedad, y si estamos en sociedad tenemos que colaborar entre todos y cuidarnos, en caso contrario vete al campo y aíslate, no eres merecedor del título de ciudadano. Vale la pena sufrir por un futuro que va a ser mejor, para todos, no por un futuro incierto donde sigue primando la ley de la selva y el todo vale.

A veces reconsidero la opción de que viviendo en la ignorancia viviría mejor; sin embargo, alguien que lee diariamente la prensa, ve los noticiarios y sigue practicamente cada hora las novedades en el panorama actual a través de Twitter no puede vivir en la ignorancia y por extensión descansar en paz. Evidentemente todo depende del crisol con el que se vea pero teniendo un mínimo de sensibilidad y de conciencia social ciudadana muy difícil es que no te afecte la situación actual.
Yo, personalmente, estoy tremendamente encabronado. Cada día que pasa surge algo nuevo que te revuelve las tripas y te dan ganas de irte al campo con tu huerto y tus gallinas y mandar toda esta mierda a tomar por culo. ¿El porqué? Lo tienes ahí, rodeandote, tan sólo escucha y no te limites a oir; tan solo observa y no te limites a ver; tan solo reflexiona y no te limites a rondar por la superficie. 1 día, tan solo experimentalo un día: escucha, observa y reflexiona. No pierdas ojo a lo que pasa en ese día, y luego me cuentas qué tal, qué te ha parecido.
Mi valoración es que este mundo se está yendo a tomar por culo, aunque haya muchísima gente que luche contra esto y a la que yo personalmente estoy tremendamente agradecido y orgulloso. Ahora bien, si según mi opinión se está yendo a la mierda será porque asumo que antes no iba tan mal. Sí y no. Antes había como ahora gentuza, interesados, mercenarios, manipuladores, tiranos y demás desgraciados, pero viviamos más en la ignorancia y no queriamos cambiar tantas cosas porque no sabiamos que eran necesarios y justos tantos cambios, y ahora que somos más conscientes vemos lo hermético, controlado y envenenado que está todo como para que nos dejen cambiar algo, como para que una idea moralmente muy aceptable dejen implantarla a una sociedad enferma.
Supongo que este sentimiento no es nuevo, que durante toda la historia siempre se ha tendido a evolucionar y a revolucionar, sino no seriamos lo que somos ahora, para bien y para mal. Claro que, etapa nueva, reglas y herramientas nuevas. Los que dirigen el cotarro y llevan a la sociedad a donde quieren usarán sus armas para anteponer sus intereses; nosotros, ciudadanos de una sociedad que legítimamente nos pertenece, usaremos nuestra imaginación, nuestros medios, nuestras convicciones, nuestro intelecto y La ética para no renunciar a una sociedad que todos queremos pero por la que no todos están dispuestos a luchar.
No estoy dispuesto a ser más un gatito, en la selva sólo el león puede imponer las reglas.

Marianico al recortArte

"Peluquero", así de claro lo tenía cuando con 8 años cortó el pelo a su primer muñeco. Los 2 de la siguiente semana lo reafirmaron y los otros 3 de la siguiente le terminaron de convencer.
Le gustaba cortar, amaba el sonido de la tijera al cerrarse y llevarse consigo un mechón de pelo, al ritmo de su característico tintineo metálico. Por encima de todo estaba el arte eso sí. Para él no sólo era morirse de frío sino cada expresión del alma, cada pasión materializada en un soporte.
_ No me toques el pelo, ¡tengo mis derechos! - gritaba alguna Nancy que otra.
_ ¡Calla hippie! Déjame recortarte, por el bien del arte.
Y así, entre clientes de plástico contentos, otros descontentos y otros con bocas misteriosamente quemadas, pegadas o grapadas el pequeño Marianico se hizo mayor.
Ya era todo un señor, un macho con pelo en pecho, un hombretón al que no le hacía falta una luz encendida para poder dormir.
De este modo, con 35 añitos recién cumplidos y tras haber estudiado en la prestigiosa universidad de Vellodolid, Marianico estaba preparado para el mundo, ¿lo estaría el mundo para él?
Decidido, cogió su juego de tijeras y accesorios, un libro con muchos dibujos, una Cuore, un atillo y se despidió de su madre.
_ Mamá, te prometo que volveré a casa, cuando mis recortes sean conocidos mundialmente.
Y se fue...
Marianico tenía que cambiar radicalmente su vida si quería cumplir su sueño... Sería difícil pero lo conseguiría, se convertiría en el genio del recorte, el Picaso de la tijera, el Messi de los trasquilones.
_ Señor, ¿café?
_ Cortado, gracias

_ Aquí tiene sus pantalones, muy cortos tal y como pidió
_ Gracias indígena sudamericano ilegal

_ ¿Cuánto ron desea?
_ No te cortess, te quiierrruuoo

Poco a poco lo iba consiguiendo, seguía escrupulosamente la senda del recorte, costase lo que costase. Pero debía ser más ambicioso: explorar la esencia humana y su arte, como unión de culturas y pasiones.
"Voy a cortar pelo púbico de hombre", le dijo a su madre por teléfono antes de que ella colgase hundida en un mar de lágrimas.
"Montaré un negocio donde haya gente de bien, que sepa reconocer mi talento y mi compromiso al recortArte". Dicho y hecho, al día siguiente emigró a la capital y se asentó al lado de un edificio en calle Génova muy bonito, con tintes de azul esperanza.
Allí conoció a mucho hombre agradable. "Buen trabajo chico", "Me has dejado las pelotas como castañas peladas" o "Lo tuyo es recortar hijo" fueron algunas de las alabanzas a su trabajo que le reafirmaban que iba por el buen camino.
Sin embargo, no fue hasta un año después cuando, con el negocio asentado, se le presentó la posibilidad de su vida. Un día del mes de Mayo requirió de sus servicios un hombre con bigote poblado, no muy alto pero si con grandes aires.
_ Buenos días chaval - le dijo mirándole fijamente a los ojos - he oído que eres un experto manipulando huevos y recortando. Demuéstrame lo que sabes hacer...
Puede que estuviese ese día muy inspirado, puede que fuese muy simpático, puede que fuese por Unisef; el caso es que, acabado el trabajo, el hombre le pagó y le dijo que le quería en su equipo.
_ Pero señor, yo no sé hacer su trabajo... - dijo Marianico modestamente
_ Con el tiempo aprenderás, tienes mucho talento recortando...

Y así fue como Marianico se metió en política y un día pudo cumplir su sueño de que una nación entera reconociera su arte de recortArte


Hola, soy la parte que hay en ti que está esperando un empujón para luchar por lo que todos deberíamos luchar. Soy esa parte de ti que aparece cuando ves las injusticias que hay a tu alrededor, cuando ves la miseria humana en todas sus facetas; esa parte de ti que se cabrea, que se entristece, que se resigna, que sueña con que las cosas cambien, que disfruta viendo y fantaseando con utopías. Soy esa parte de ti que todos tenemos pero que tememos arriesgarnos a ponerla en práctica, que olvidamos con el transcurso de nuestras vidas, o ante la que pasamos de largo cuando se dan las oportunidades de manifestarla porque vivimos medianamente cómodos en nuestro mundo y nos conformamos con lo que hay y no aspiramos a lo que podría haber.

Todos queremos tener un empleo digno, una buena familia, una vida acomodada. Nuestro fin vital es conseguir lo que anhelamos, a nivel de empleo, poderío económico, posición social, posibilidades de ocio… Aspiramos a eso porque eso es lo que nos ofrece a priori la sociedad en la que vivimos; ésta nos da las herramientas para que podamos conseguir todo eso y creemos algunos y otros no, que la consecución de estos fines unido a la rectitud como personas nos dignifica cuerpo y alma y hemos de sentirnos complacidos y orgullosos de ello.

No somos ambiciosos, no luchamos por lo que sentimos, luchamos por lo que hemos aprendido que hay que luchar, por lo que nos dicen que debemos buscar en nuestra vida. Nadie nos ha enseñado a mirar más allá, nadie nos ha enseñado a ver faltas en el sistema donde vivimos, a esperar más de la sociedad y más de nosotros mismos. Vivimos auto complacidos, pensando que las cosas no podemos cambiarlas por nosotros mismos.

Así es, una persona sola no puede cambiar el mundo. Pero es que olvidamos constantemente que somos más de 7 mil millones de personas en este planeta. 7 mil millones de personas a las que si nos pinchan, nos duele; que si queremos a alguien, deseamos lo mejor para ese alguien; las 7 mil millones de personas compartimos el hecho de ser humanos, todos tenemos en mayor o menor medida la facultad de sentir, de empatizar, de mostrar un corazón. Vivimos tan intercomunicados y tan aislados al mismo tiempo…

Si piensas que algo es imposible ya estás poniendo límites a la imaginación, ya estás cerrando puertas sin tan siquiera haberlas abierto.

No luches sólo por tu destino, lucha por el destino de tu familia de 7 mil millones de personas. Tú no querrías que tu hijo fuera sustraído de tu familia y llevado a la guerra a matar, a ser metido en el mundo de las drogas, a ser pasto de un lavado de cerebro, tampoco lo querría el que está a 10.000 kilómetros de ti; tú no querrías que a tu hija la captaran para que se prostituyese, y tampoco lo querría el que está a 10.000 kilómetros de ti; tú no querrías que tu hermano muriese de hambre, de hipotermia, enfermo en la calle, y tampoco lo querría el que está a 10.000 kilómetros de ti... Podrás mirar a otro lado, sentir lástima e incluso donar dinero de cuando en cuando; sin embargo eres tú el que piensa que eso es suficiente y que no puedes hacer nada más, tú eres el que se crea esa sensación de que ya has cumplido, pero hay esa parte en ti que sigue sintiendo que eso no es suficiente, y nos empeñamos en bloquearla.

¿Cómo podemos cambiar esto? Desde dentro por supuesto. Primero desde dentro de nosotros y después desde dentro de nuestra sociedad.
¿Eres publicista?, utiliza tus dotes para conseguir sembrar esta semilla en las mentes y en los corazones de las personas.
¿Eres profesor?, se más que eso y enseña a tus alumnos a pensar y sobretodo a sentir.
¿Eres abogado?, consigue la manera de poner a este sistema patas arriba haciéndole cambiar con sus propias normas.
¿Eres politólogo?, lucha por la transparencia política, por la integridad, por la Justicia con mayúsculas por encima de la ley.
¿Eres ingeniero?, piensa no sólo en el avance por el avance, sino en como avanzar para que todos estemos a la misma altura.
¿Eres pescadero?, demuestra al mundo con tus actos que éste se puede mejorar con una sonrisa, un buen obrar y que no sólo somos un oficio sino que somos algo más que eso, que tenemos cabida todos en la tarea de cambiar las cosas.
¿Quién eres tú?, eres el inicio, eres la posibilidad de sembrar este mismo sentimiento en otras personas.

No sólo escribo esto para mostraros esta visión, sino también para que me recordéis a mí que esto es lo que hay que hacer cuando veáis que no lo cumpla.

Porque no somos perfectos y podemos caer en un momento u otro nos necesitamos mutuamente. Nos necesitamos para mantener siempre encendida la llama del cambio, el pensamiento de que el mundo ha de ser como tiene que ser.