Desde que el mundo es mundo, es decir, desde que apareció Internet, un subproducto ha ido colándose en nuestras vidas poquito a poco, reptando por el suelo de tarima sin hacer demasiado ruido, acechándonos en Cullen position para tirarse a nuestros cuellos y que nos unamos a su religión absurda. Unos lo llaman “nick”, otros “estado” y otros t@ntos “sí, hombre, eso que pones después del nombre”. Aun a riesgo de buscarme enemigos por las claras alusiones que se van a hacer en este cruel y despiadado escrito me he sentido obligado moralmente, es decir, me ha salido de las pelotas, hablar sobre el nacimiento, desarrollo y muerte de estos simpáticos compañeros de viaje.

Antes de nada cabría plantearse la pregunta de por qué necesitamos los nicks. Y no me refiero al equipo de baloncesto de la NBA, a partir de ahora sólo hablaré de los otros nicks y de tetas, bueno… y también de penes, para que no se me vaya el público femenino. Los nicks se necesitan por el miedo horrible que les causa a la mayoría de los humanos el silencio, el no decir nada. Un científico de la prestigiosa universidad de Pyuta, en Estados Unidos, cuenta en una entrevista que tras pasar el feto un mínimo de seis meses encerrado en la tripa de su mamá (los que hayan nacido antes de los seis meses 1. joder que suerte tienes de poder estar leyendo esto 2. No les afecta el hecho en cuestión) desarrollan un miedo terrible al silencio, posiblemente debido a la poca conversación mantenida durante ese periodo de tiempo y a que lo único que escuchase fuese música clásica, que todos sabemos que es bastante parca en palabras, y frases del estilo “uy, ha dado una patadita”, “se parece al padre”, “ya te queda poco” o “debes estar muy a gusto ahí, ehh”. Por todo esto el especimen humano desarrolla un terrible miedo al silencio y en su edad racional se ve en la necesidad imperiosa de decir algo, lo que sea, aunque sea una gilipollez como un templo. Claro está que no todos desarrollan este complejo, los hay que han bebido durante años sangre de babuino blanco en luna llena y son capaces de no poner absolutamente nada, de ahí que de un tiempo a aquí se haya extinguido el babuino blanco y la luna llena y aquellos que antes no escribían nicks ahora lo hagan compulsivamente.
Y os preguntaréis, ¿quién fue el primero que se puso un nick? Para ello tendremos que remontarnos al 1896, en Helsinki. Corría el año 1722 y la ciudad de Stalingrado contaba con un invidente escritor de nombre Avnaen Vodkada, cuyos escritos habían dado la vuelta al mundo a través del fenómeno blog. Un día se fue de vacaciones y en su perfil puso “Avnaen Vodkada, cerrado por vacaciones”. Y ahí surgió todo.
Quizá algunos dudéis de la fiabilidad de mis fuentes pero si lo pone en la Wikipedia será porque es verdad, ¿no?
Lo que sí es innegable es el hecho de la función que desempeñan los nicks. Estos pueden ubicarse en sólo y exclusivamente 9 familias concretas:
1.“Toma, jódete”: Estos suelen ser nicks que restriegan a todo aquel que lo veo algún hecho en cuestión. Bien que te has sacado el carnet de conducir, bien que has aprobado todas, bien que te vas de vacaciones, bien que te has corrido una fiesta que te cagas, etc.
2.“Te amo, no yo más, no yo más”: Adolecen de empalargamiento y muestran el amor entre humanos de una manera pública, sin escatimar en frases redundantes, muchas oes y sí se puede emoticones de corazones, besos y demás elementos relacionados con este sentimiento, mejor.
3.“Complemento del verbo”: Si bien a veces se pueden meter en otros grupos cuando su intensidad es elevada, el nick Complemento del verbo ubica al lector indicando dónde se encuentra la persona, cuando se va a producir un acontecimiento, un porqué que afianza algún tema de su cercanía mediática, con quien se está, como se está, e t c.
4.“Te la voy a chupar”: aquellos en los que se ensalza sobremanera una persona, animal o cosa hasta rozar los límites de la idolatría.
5.“Que pena doy, dadme un abrazo”: consistente en una autohumillación pública que trata de mostrar al resto de humanos lo mal que se encuentra la persona, lo jodida que está por alguna circunstancia o lo mucho que necesita que alguien le diga algo.
6.“Private”: mensajitos que se mandan unos a otros, unos fácilmente captables y otros cifrados, que tienen como fin que la persona a la que va dirigida reciba la información, dándose el caso de que a veces esté tan cifrado que ni siquiera esa persona sepa que va para ella.
7.“Premonition, ¿cuándo?, now”: decir que va a pasar algo amparándose en creencias, suposiciones, intuición o clarividencia.
8.“Soy un hombre/mujer de mundo”: donde se incluyen frases célebres, ocurrencias propias o de otro, referencias biblio y cinematográficas, páginas web, música y reggaeton.
9.“Los otros”: aquellos nicks que no están en ningún otro grupo por su extrema rareza y también los que abundan en la red refiriéndose a la película de Alejandro Amenábar. (sonido de timbales y un platillo final)
Sin embargo, si esto os ha parecido cruel más lo es la duración de vida de estos adorable animalitos. Nacen con el convencimiento de su autor, creyéndose invulnerables y dignos de permanecer en su trono por siempre jamás. Nada más lejos de la realidad. Ya sea impactante, sentido, original, envidiable, muy comentado o todo lo que tu quieras y más, la realidad es que al cabo de unos días deja de ser querido y viene otro más joven, con más fuerza y garra, y le arrebata el puesto, quedando tan sólo un breve recuerdo de lo que fue, en algunos casos, y en otros desapareciendo para no volver jamás. Si no, decidme que fue de las banderitas y los viva España de días atrás. En el cielo de los nicks están…
Por eso, cada vez que veáis un nick, primero mirad a ver si por un casual va dirigido a vosotros y después recordadle como lo que ha sido, un defecto del ser humano incapaz de cerrar la boca.

Y al séptimo día Mercadona no descansó, y con toda la magia negra que aún le quedaba creó Hacendado…

Ahí comenzó todo…
_Mamá, ¿dónde están las galletas? – vociferó George Markel nada más cruzar el umbral de la puerta.
Tenía la ropa sucia, la cara sucia y la mente sucia. Y un hambre que ni cuatro bueyes cebones con cuatro antílopes cenados parecían poder calmarlo.
_En el armario encima de la lavadora – le respondió una voz femenina cuya difícil localización podría dar a suponer que se trataba de Dios.
Aun con los músculos hechos papilla por el entrenamiento avanzó como alma que lleva el diablo hacia el armarito de la cocina, atravesando alfombras, cojines desperdigados por el suelo, perros y un sinfín de cachivaches que poblaban la jungla de nombre hogar.
Durante todo el camino de vuelta se había estado imaginando el banquete que se iba a pegar, lo cerdo que se iba a poner devorando todo aquello que su madre habría comprado mientras entrenaba. En su lista de peticiones había galletas Príncipe de Beckel... , pizzas de Casa Tarradellas de todos los colores, sabores y texturas, Coca- Cola Light Sin Cafeína Al Limón de Todos los Santos, Ruffles Jamón Jamón y un gran etc. cargado de calorías pero placer gúlico indescriptible.
Tras el último cuádruple salto con tirabuzón que le permitió sortear a un puma que casualmente pasaba por el salón llegó a la cocina y divisó el armario. Ahí estaba, esperando ser abierto por alguien, y ese alguien iba a ser él. Sí, él iba a abrir el armario y él iba a comérselo todo todo y todo. Primero iría a por las galletas, después… después ningún ser humano podría aventurarse a predecir qué sería lo siguiente. Una vez abierta la caja de Pandora cualquier cosa podría llevarse a la boca… ¿cualquier cosa…?
Avanzó a cámara lenta, prolongando el orgasmo presensorial, y ejecutó el movimiento Ratzinger, consistente en llevar las dos manos al frente y abrirlas y cerrarlas a intervalos regulares, con un palmeo hipnótico que rezumaba duende por todos sus poros.
Estaba llegando. Sí, sí, sí. Por fin!!!! La puerta del armario apareció ante sus ojos y una sonrisa de gozo se dibujó en su boca, a sabiendas de lo que había tras la puerta tres.
Abrió poco a poco el armario, dilatando el momento y dejando al público expectante, y se dio cuenta de que una luz blanca salía del interior del mismo. ¿Serían las nuevas galletas de triple chocolate blanco? ¿Estaría sufriendo alucinaciones causadas por el hambre? ¿Acababan de instalar un Led luminoso y no le habían dicho nada? Pronto despejaría cualquier atisbo de duda.
La puerta se abrió más y más y la luz ya prácticamente era cegadora. Se frotó los ojos, hizo un esfuerzo por adaptar sus pupilas y se obligó a mirar al objeto directamente. En un principio creyó ver un ángel pero después fue ganando volumen y contorno y ante sus ojos apareció un objeto de forma tubular. Todavía no podía distinguirlo del todo pero podía poner la mano en el fuego asegurando que era un paquete de galletas. Un caudal de emociones distintas discurrían por él y se juntaban aleatoriamente meciéndole en un estado más bien cercano a los efectos de los tripis que al mero estado de hambruna. Alegría, desesperación, miedo, euforia…
_Galleeeetas!!! – mugió cual vaca en celo.
No podía ver aún el logotipo y las letras pero sí algún que otro color: azul, rojo, marrón, verde…
¿Verde?
Él no recordaba ninguna tonalidad verde en el paquete de Príncipe de Beckeletc. y él conocía muy bien ese paquete. Vaya que si lo conocía. De todos los paquetes ese era sin lugar a dudas el que más tiempo había pasado entre sus manos, y eso es mucho decir. Desde pequeñito había crecido llevándose ese paquete a la boca. Por la mañana, por la tarde, por la noche… Daba igual. Ese paquete siempre había tenido cabida en su vida.
Un sudor frío recorrió el cuerpo del joven George Markel. Algo no iba bien en Galletalandia.
Agarró el paquete entre sus manos, lo sacó del armario y con sumo cuidado lo depositó encima de la mesa de la cocina.
Tenía que hacer algo para poder ver a través de esa luz que irradiaba y tenía que hacerlo ya. Su estómago le estaba dando un ultimátum.
Corrió a su habitación y al momento volvió con unas gafas de sol en la mano.
_Es la hora de saber la verdad y merendármela con un gran vaso de leche.
Con un gran resoplido se puso las gafas, llevó la vista al paquete y miró directamente a las galletas.
………
………
_Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!!!!!!
Lucifer vestido de paquete de galletas le miraba directamente a él mofándose sin ningún escrúpulo. El mismísimo diablo bajo uno de sus nombres, Hacendado, había acabado con el Príncipe de Beckelpollas y ahora planeaba acabar con él.
_Marca blancaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!! – gritó George Markel al borde de la histeria.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué le tenía que pasar eso a él? Sólo quería merendar, nada más. No se merecía aquel castigo tan cruel.
Sus ojos daban vueltas y miraban a un lado y a otro encontrándose con una cocina desconocida. Pasaban de un armario a otro en busca de nada y de todo, sin saber qué hacer o qué buscar.
En un arrebato de esperanza pegó una zancada de gigante y con una fuerza sobrehumana arrancó la puerta de la nevera dejando a la vista…


Leche Hacendado
Cola Hacendado
Embutido Hacendado
Zumo Hacendado
Frutas, verduras y hortalizas Hacendado

_Arrrrrrrgggg!!!!!
A 500 metros ya de la cordura abrió impulsivamente todos los armarios de la cocina buscando algún rayo de luz pero la firma Hacendado estaba en todos los lados, invadiendo cada rincón e invadiendo su mente.
Hacendado, hacendado, hacendado…
El mundo daba vueltas a su alrededor, las formas y los colores se juntaban en una mancha amorfa y una agonía delirante le quebraba la cabeza haciéndole proferir unos alaridos más propios de un animal que de un ser humano.
Lo que empezó como una más que posible merienda multiorgásmica se había convertido en la peor pesadilla culinaria jamás contada…
Cientos, miles, millones de personas sufrieron este mismo episodio a lo largo de ese mismo mes…
El mundo cambió y nunca más volvió a ser el mismo…. ¿Serás tú la siguiente víctima de Hacendado?

Todo comenzó cuando una electrizante morena me dio en un acto de generosidad encomiable dos cigarrillos, uno de los cuales me estoy fumando ahora, antes de marcharse y salir al desierto, aquí presente.
_ ¿Desierto?
_....
_Señor Tuker, parece ser que el desierto está fuera, en la calle.
_¡Conectamos con Ollie Williams, que se encuentra ahora mismo con el desierto fuera, en la calle. ¡Ollie! ¿Qué novedades hay?
_Wjaaaahh!!!
_Gracias Ollie
Y justo en el momento que cruzó el umbral de la puerta, un diminuto, fugaz pero persistente pensamiento comenzó a sobrevolarle, sin saber aún donde estaba ni de que se trataba, sólo intuyéndolo por ahí, rondando.
Siguió con su vida normal sin una necesidad impetuosa de nada: terminando de ver “Shark”, bebiendo agua, viendo Investigación Criminal, bebiendo agua, mirando anuncios, bebiendo agua, mirando anuncios, bebiendo anuncios, comiendo, masticando, digiriendo anuncios, bebiendo agua, de agua hasta los huevos, hasta los huevos de anuncios; apagué la tele, me fui a echar un meo y finalmente acabé en frente del piano, después de lavarme las manos, por supuesto.
Primero empecé con las canciones de siempre: “Dimly don’t” (no, no es un villancico, y no, tampoco es porno, y no, aún no se me ha ocurrido un título mejor) y “Bring back” (¿alguna objeción?), para después empezar con melodías aún sin acabar y decirme a mi mismo que sonaban de puta madre.
Con esta subida de ego gratuita y necesaria para redondear la historia decidí tocar una de las canciones anteriores inacabadas, “         “ (está en tinta invisible; te hará falta quemar la pantalla para verlo) y de ahí improvisar y a lo que saliese…
Salido, así fue como acabó tras esa bendita obra de arte de la música moderna; cachondo, después de semejante despliegue de acordes y la forma tan             (tinta invisible de nuevo) de unir todas sus canciones anteriores en una; orgulloso, y de ahí que, emulando a las estrellas holliwoodienses del cine en blanco y negro, lo que más le apeteciese para coronar la faena era fumarse un piti, y él recordaba que tenía dos: ¡¡doble placer!!
Cruzando habitación, pasillo y comedor en slow motion, con música triunfal y cara de triunfador, remató su golpe de suerte con el primer piti, que se deslizó entre sus manos como lo hace una preciosa piedra de mineral sulfúrico por una preciosa lengua de lava volcánica.
Ya sólo quedaba la hazaña por la cual nuestros antepasados dejaron de ser menos tontos: el fuego. Era imposible que en una casa no hubiera forma de hacerse con fuego… El pensamiento que tuvo al principio y que aún no había parado de revolotear tomó tierra…
¡Me cago en los gases que sólo aparecen cuando no se les llama! ¡Me cago en las nuevas cocinas de Teka! Con lo bien que funcionan las de llama, ¡¡llama!! ¡¡LLAMA AHORA y se llevará DOS LAVADORAS, TRES CAMELLOS, DOS YAMAS Y UN JODIDO Y SOBRESATURADO Ipod TOTALMENTE muy GRATIS !!, es decir, para los imbéciles, ¡¡GRATIS!! ¡¡LLAMA!! …
Pues nada, que no; que no conseguía el dichoso fuego.


Intenté echar mano de los capítulos de “El superviviente”, o “El aventurero”, o como coño se llame el menda zumbao de Cuatro que se mete en el hielo, come gusanos y duerme en una cama de la polla, que ni viscolatex ni mierdas de esas que anuncia el camaleónico Constantino Romero, hecha con palmeras y cuerdas naturales guays antihormigas, antidinosaurios, antimisiles y antitodo sin ayuuudaaa de naaaadieee (guiño guiño). Pues na’, resulta que el machote no se había enfrentado nunca a semejante putada, a no ser que apareciera en un capítulo que no fuese el que siempre repiten una y otra vez!!
Y ahí estaba yo, ¿con la Esperanza por los suelos? ¡¡No!! Como se suele decir en estos casos: “la Esperanza es lo último que se pierde” (por desgracia en algunas ocasiones).
Empecé a buscar entre la montaña de objetos, libros y papeles que vivía en su cuarto y finalmente, de nuevo amparándose en la esperanza, de la que había sido tema principal el capítulo de “Perdidos” visto anteriormente (creo que fue mientras bebía agua), en el cual el grandullón consigue arrancar una furgoneta destartalada; agarrándose también a su necesidad imperiosa de llevarse a la boca algo cilíndrico, duro y llameante’ (de entlal, pol favó’) localizó un mechero con nombre omitido de cantante Reinona y apellido no omitido feo que te krugers, pero estaba desmontado (verídico!! tengo fotos!!) No sé si fue por el gas que había en la habitación o por la emoción de creerme el de Bricomanía que decidí ponerme a montarlo sin tener ni guarra de cómo hacerlo… Evidentemente, tras diez minutos, mala ostia e impotencia (no puedo ser perfecto) no conseguí absolutamente nada, sólo un chute fino de gas suficiente como para nutrir Buckingham Palace diez navidades y ocho días de Pascua.
Derrotado, alicaído, con calor y unos vecinos que sólo se les ocurre poner un cuadro a martillazos a las cuatro y media de la tarde, ¡¡a las cuatro y media!! ¡¡ Qué somos españoles joder!! ¡¡Nos echamos siesta!! volvió el pobre despojo a su pegajoso sofá azul.
Pensé en el tabaco, en el mal que hacía al organismo de uno y del de los de su alrededor; pensé en la cantidad de dinero que a costa de propagar basura recaudan al año las industrias tabacaleras, la fortuna que amasan… la fortuna… fortuna… Fortuna… ¡¡Fortuna!!
Como una exhalación se levantó del sofá dejándose un trozo de piel de pantorrilla y otro de brazo pegados a sus paredes y enfiló semihipnotizado hasta su cajón desastre, habitado por criaturas mitológicas, yonkies y Tamara, después Ámbar, después Yurena y siempre patética. ¡Ahí estaba!, escondidito bajo tres llaveros, dos hojas, un tractor y de nuevo Tamara, que me comentó que quería resurgir como fuese. ¡Ahí estaba su mechero de Fortuna! ¡Su mechero guay que asemejaba un paquete de Fortuna! ¡Su mechero guay que según recordaba no tenía gas y que asemejaba un paquete de Fortuna!
De nuevo se amparó en la Esperanza y, viendo que era su última oportunidad, decidió que debería aprovecharla y darle por fin una alegría. Meció entre sus manos el aparatito, lo abrió lentamente, le dijo las palabras mágicas y el resto ya os lo he dicho al principio así que ya lo sabéis.
Lo curioso es que se me ha venido a la cabeza escribir esta historia y una vez que la he empezado, como no podía escribir rápido y fumar a la vez, he optado por apagar el cigarro, jugármela y darle al fiel mechero otra oportunidad.
“La Esperanza es lo último que se pierde”…
Hay que ser bobo…

Era por la mañana, temprano. No serían más de las ocho y media, siete y media en Canarias, cuando se levantó antes que yo, cruzó la puerta corriendo y me dejó sin miramientos, compuesto y sin pene. Penensaréis que un pene no se puede ir así como así, que no es capaz de desligarse de esta unión sacrosanta que nos hace rellenar paquete, hacer el denominado helicopter (dicho en inglés suena menos guarro) y todas las mil y un funciones que con un pene puedes hacer; pero sí, sí lo hizo, y ahí me dejó, penendiente de la puerta para ver si volvía o no. Pasaron las horas y ni rastro del pene. No sabía qué hacer y si eso era normal o no entre los varones muy bien dotados como yo, así que para conocer la verdad del asunto se me ocurrió poner en el google “pene” y dar a la opción azarosa de Voy a tener suerte… A ver, no me esperaba que apareciese la discografía de Lady Gagá pero tampoco el Oráculo del siglo XXI (Wikipedia) con dos fotos a todo color donde podías elegir cuál te gustaba más sí el modelo de pene sin circuncidar en estado de flacidez o el de pene circunciso semierecto (vello púbico depilado). Por pura curiosidad empírica seguí bajando la página y me encontré con lo que a mí me parecían dos saltamontes o cigarras con unas cabezas bastante glandes. Por supuesto eran penes, en blanco y negro y con crisálidas o alitas pero con lo que rezaba en su pie de foto no había réplica con respecto a su naturaleza, así que admití que eran lo que decían ser y seguí bajando. Los siguientes penes que me esperaban mostraban, cual anuncio de teletienda a las tres de la madrugada, el antes y el después del miembro. Dicho así queda muy ambiguo y puede dar pie a confusión (la cual fue inventada por Confucio): el antes y el después de que lo atropellase un camión; el antes y el después de que Yola Berrocal se cruzará en tu vida; el antes y el después de que una manada de elefantes con leones en su bocas y abejas asesinas en sus fauces decidiese que ese era el menú del día; el antes y el después de que se le cayese accidentalmente encima un bote de nata montada y detrás la vecina del quinto… Por eso seré claro y conciso: el antes y el después de la erección, del saludo a la bandera del soldado cabezón cíclope, del levantamiento de su asiento de un aficionado alemán playero en una partido de futbol al no dejarle ver el de delante, del resurgimiento del fénix en un área del tamaño de un vaso de cubata, el… bueno, ha quedado claro. Sin embargo, algo me dejó turbado, más aún. ¿Por que tanto esas fotos como las anteriores de las cigarras y las posteriores que más bien parecían una colección de acordeones estaban en blanco y negro? ¿Después de asustar con las primeras instantáneas a todo color de dos cipotes con y sin se andaban con miramientos colorísticos en las siguientes? Ahí algo no cuadraba, y me dio por penensar de nuevo. ¿Estaría todo esto relacionado de alguna manera con la desaparición de los penes, y más concretamente de MI pene? ¿Y si así fuera, que cojones de relación podría haber entre ambos sucesos aparentemente tan dispares pero que compartían su materia prima: el pene?
Busqué en manuales sobre penes, códices sobre penes, páginas y páginas sobre penes pero ni rastro de pistas ni pollas en vinagre, nada de nada. Pregunté a la gente y ésta me tomaba por loco; pregunté en la iglesia pero me dijeron que sólo eran practicantes; pregunté en la cola del supermercado pero nadie de nadie de nadie supo darme una teoría acerca del pene. Así que me fui a casa lánguido, flácido, alicaído y cabizbajo y busqué refugio en el Tuenti. Unos lo hacen en el alcohol, otros en las drogas, otros en el Tuenti y otros en ambas tres. Hoy me tocaba el Tuenti. Vagaba de perfil en perfil buscando ideas, pistas, algo que me pudiese llevar a la luz, hasta que al final….
00.36 de la mañana, Lady X:
tengo un pene esperandote.... con algo dentro very chaaaaachi!!
muahahaha!

Os podéis imaginar mi alegría al leer esas palabras, tan simples pero a la vez tan significantes. ¡Tenía mi pene! ¡Mi pene estaba vivito y coleando! ¡Y en casa de Lady X!
Sin embargo, algo me dejó desconcertado y de pronto me temí lo peor…. Las palabras “con algo dentro very chaaaaachi!!” resonaron en mi cabeza una y otra vez, solapándose una y otra vez hasta formar un bucle interminablemente agónico…
“con algo dentro very chaaaaachi!!”…. ¿qué pollas habría dentro del pene para que fuese very chachi? ¿acaso sería la respuesta a la pregunta de la que no encontraba respuesta y es por eso que me formulaba la pregunta con el fin de encontrar la respuesta que respondiese a mi pregunta? ¿se referiría realmente a un pene o era la forma cariñosa de llamar a un pen drive……?
La verdad está ahí fuera, sólo hay que tener los cojones de ir a buscarla.

Orgullo de pony

Soy un pony, que no caballo. Es como si a un sapo le llamas rana o a un cocainómano le llamas adicto a los chicles de menta... Yo no fui caballo por 2 centímetros, los 2 putos centímetros que me faltan para poder montar en las atracciones guays del parque de atracciones, los 2 putos centímetros necesarios para llegar a la estantería donde mi padre, el caballo, guarda a su homólogo en una cajita de metal, los 2 insignificantes pero ineludibles jodi2 centímetros que hacen de mi vida un infierno en miniatura, un aquelarre satánico de talla SS, el blanco de las pisadas, escupitajos y cigarros sin apagar...
Soy un pony cabreado, sí, y qué?? me vas a pisar!!?? puede que no sea tan alto como laaaa luna ay ay! pero doy unas patadas en los huevos que te dejo tiritando y con ganas de no pedir más.
Tú eres un caballo??? tú eres un caballo??? Sabes que hago yo con los caballos??? Me los como!!!! que dicen los expertos que tienen carne dulce, tierna, baja en grasas y con un alto contenido en proteínas!! Y por si fuera poco, porque aún no he acabado contigo ca-caballo, con tus pelos me hago el arco de un puto violín!!!
Cómo se pasa el pony!!! cómo se pasa el pony!!!! El pony se pasa lo que pienses por el metro cuarenta y ocho de máximo que podemos medir de alto y por una pedazo de tranca que en tu vida superarás porque, siguiendo la regla de la L...., dicho queda, ca-ba-lli-to.

¿De qué voy?

De que vas tú, ehh!!
¡¡¡bienvenidos!!!