Temperatura de ascensor

Como un día cualquiera me levanto de la cama, doy a luz a una hermosa criatura de ojos marrones, me ducho y me visto lo mejor que puedo. ¿Desayunar? ¿Para qué? En la cafetería me aguardaba una flamante palmera de chocolate de esas tan grandes que no le cabe en la boca ni a Julia Roberts.
Cojo mis abalorios (palabra que se dejó de utilizar el siglo pasado) y cierro la puerta por fuera. Doy al botón del ascensor, compruebo en mi reloj que son las 8 en punto de la mañana y entro en él con ganas de comerme el mundo y la palmera de la cafetería.
En el piso número 9 se para y entra un vecino. Ese típico vecino de edad comprendida entre los 65 y 80 años, canoso, con los pantalones por los sobacos, camisa a rayas y si eso una chaqueta de punto. Con la energía suficiente como para cruzar palabra pero sin ganas de hablar demasiado ni profundizar en nada.
_Buenos días
_Buenos días
El (a partir de ahora) viejo me mira y yo le miró. Compruebo que lleva en la mano una bolsa de basura a rebosar, apestosa por cierto. “Menos mal que en nada llegamos”, pienso.
_Pues parece que hace frío…
_Eso parece. Al menos eso dice el del tiempo.
Estos son los típicos momentos donde me hago el entendido aunque no tenga ni puñetera idea de lo que se haya pronosticado. ¿Mi motivación? Reafirmar las palabras del viejo, que se sienta feliz y que pase el tiempo hasta que llegue el ascensor a buen puerto.

PISO 8…

_Pues no parece que vayas muy abrigado, ¿eh? – suelta el hombre
“Me lo dice el que lleva una jodida chaqueta de punto con -3 grados en la calle”, pienso y callo.
_Nunca es suficiente, ¿no cree? “¿En serio he dicho yo eso?”

PISO 7…

_Eso parece, y encima van a bajar las temperaturas esta semana.
_Entonces habrá que abrigarse más…

PISO 6…

_Pues sí, que luego vienen los catarros y las gripes.
_Yo sin ir más lejos estuve malo hace dos semanas, digo en un intento infructuoso de romper el ciclo y hablar de algo más, profundizar en la esencia del ser humano, crear una empatía, un vínculo…
_Si es que hay que ir abrigado en estas fechas…
“¿En serio esa es tu respuesta? Joder colega, háblame de tu nieto que se puso malo, de lo bueno que está el jarabe de fresa, de lo que te salga de los cojones pero inténtalo por Dios!!!”

PISO 5…

--Silencio--
Mirada esperanzadora al LED del ascensor. Mirando muy fijamente, como si la vida te fuera en ello. Como si de repente fueran a poner ahí una película que te encanta, o una tía en bolas, da igual, tú miras mucho.
--Silencio--

PISO 4…

--Silencio--
Miras el móvil. Nadie te quiere y encima no tienes cobertura ni 3G en el ascensor. El viejo mira como miras al móvil, después desvía la mirada al LED y luego despega tímidamente los labios. Era un reflujo, falsa alarma.

PISO 3…

_Bueno… ¿y ahora a dar un paseíto?, rompo el silencio.
_ ¿Con el frío que hace? sólo voy a comprar el pan. A ver si mejoran las temperaturas...
“¿Quieres hablar de temperatura? ¿Quieres hablar de temperatura?”
_¡¡Bueno ya!! ¿¡No!? ¿Usted folla? Vamos a hablar de tetas, coños y demás. ¿Sabe usted que existen mujeres multi-orgásmicas que pueden correrse no sé cuantas veces seguidas?

PISO 2…

_ ¿Y que existen tres tamaños de vagina: mini, medio y maxi?
El viejo permanecía callado mirándome fijamente, entre asustado y en shock. Una gota de sudor frío le bajaba por la frente y apretaba con fuerza la bolsa de basura, como dispuesto a utilizarla como arma si fuese necesario.
_Es como cuando va a comprar el pan, como va a hacer usted ahora. Dígale al panadero que le enumere los tamaños de pan de molde que hay. Le dirá que tres, como las vaginas, mini, medio y maxi. Dígaselo, dígaselo.
Presa del pánico el viejo observaba ahora fijamente al LED, evitando cruzar la mirada con la bestia.

PISO 1…

_ ¿Y vas ahora a clase?, dijo el viejo con voz temblorosa sin dejar de mirar al LED
_Sí, que tengo un examen.
_Pues suerte entonces majo…
_ ¡Gracias hombre!

PLANTA BAJA

Un viejo corriendo sin mirar atrás, rebosante de vitalidad y energía incluso siendo las 8 de la mañana.

Y así fue como rompí el hielo con el vecino del Noveno.

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